Diálogos de la calle
En una mañana templada y nublada, típica del DF, se encontraba una señora entrada en años barriendo la banqueta frente a su casa. Un hombre algo mayor se acercó para saludarla, era obvio que se conocían de años.
Tipo: ¡Buenos días, doña Blanquita! ¿Cómo se encuentra usted?
Doña Blanquita: Muy bien, gracias Lalo, ¿Y tú, que es de tu vida?
Lalo: ¡Ah! Pues fíjese, doña Blanquita, que yo decía que era un chingón, yo era un chingón y que nunca me iba a morir. Pero mire usted nomás, ¡Que ya me anda llevando la tiznada!
Silencio extraño.
1 Declaraciones Indecorosas:
Humorístico y al mismo tiempo tenebroso.
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