¿Será?

Y heme aquí consultando mis diatribas pasadas, paranoias desechadas a la selva del solenoide. Es entonces cuando surge una gran interrogante dentro de mi muy agotada masa encefálica: ¿Vale la pena? ¿Vale la pena realmente? Y esque lo veo claramente, de tan claro es transparente: la ignorancia no cede.

¿Porqué no dejar que los cienciólogos se arruinen la billetera calmándose el demonio interno? ¿Porqué no dejar que los conspiranoicos vivan con el temor omnipresente en cada actividad de su insignificante existencia? ¿Porqué no permitir que las masas paguen para que un sujeto con panza de pulquero, usuario de shampoo patito, mitómano y pendejo los apantalle con sus viles leperadas? ¿Porqué no asimilar que un paciende de diabetes muera como consecuencia a su férrea convicción sobre las artes chocheriles? ¿Porqué alzar los brazos y oponerse inspiradamente al retroceso inminente del grueso de la población?

Como yo lo veo, es cuestión evolutiva: Los listos ganan. La cuestión primordial es la adaptación, así obtenemos beneficios a partir de la ignorancia e idiotez supina de la mayoría poblacional, sedienta de consuelos y castillos esfumables frente al avance arrollador de la evolución y la caducidad individual. ¿Cero ética? quizá, pero esque el más fuerte jamás debe permitir que se lo lleve la constante embestida de la sinrazón, y si algún compañero se desvanece y se niega rotundamente a levantarse solo se puede mirar adelante, soltar el pasado y enfrentar futuros retos con el solo objetivo de la supervivencia personal. ¿Individualista? desde luego, si un barco se hunde, la flota entera continua la batalla y solo aquel afortunado capaz de abrir los ojos en el último momento y vislumbrar su escape del abismo líquido y aplastante será rescatado, el resto muere. ¿Porqué permitir pues, que causas ajenas a la voluntad propia minen nuestra existencia? ¿Porqué arriesgar los miembros propios corriendo al rescate de aquel que solo busca una muerte segura a consecuencia de su autoimpuesta ceguera? Poseedores de la verdad, se proclaman, aunque mas bien la niegan: no hay más allá. Y así desperdician su paseo invocando tiempos inexistentes, y sintiéndose desamparados, le condecoran con honores imaginarios al irredento fin.

Calidad humana... bonito chiste...