Hypatia
Quería hacerle un homenaje acá bien intelectualoide a Hipatia de Alejandría, empezaba más o menos así:
Tus cenizas reposan y el viento susurra tu nombre, a ratos lo grita, siempre parece estar a punto de fallecer. Pero tu no has perecido, el conocimiento es una llama que solo el deseo puede mantener viva y solo la determinación expandirla.Pero no tenía caso alguno, pues el coraje que me provoca la historia de su muy trágico fin y los riffs de Iron Maiden me distraían y cortaban mi inspiración. Y es que razón no me falta, temo que estemos en el umbral de una segunda Edad Media y la impotencia me embarga y agarrota mis neuronas de una manera que, sinceramente, me sorprende. Sé que por ahí hay muchas Hipatias ocultas, subestimadas. Y quisiera conocer por lo menos a una, antes de que sean sus cenizas las que reposen junto a su antecesora. Quizás solo estoy paranoico.
Pero el poder de la ambición junto a la desidia y mansedumbre del ignorante son capaces de encerrarla, mantenerla oculta, más no extinta.
Ha transcurrido más de un milenio y medio desde aquel fatídico día y tu fama aún estremece a los grandes entre los grandes, la admiración que provocan los ecos de tus obras justifican...
A aquel que no me entienda, como me siento generoso, le ahorraré la debida visita a San Google y le proporcionare el link de un texto largo pero insuficiente sobre Hipatia de Alejandría.
Alejandría la vió nacer y perecer, pero los ecos de su obra siempre resonarán hasta el fin de los tiempos y la llama jamás se apagará mientras existan los deseos y la determinación que confiere la sed de conocimientos.
Bueno, al final nunca pude rendirle un debido homenaje a la más grande entre las grandes, pero al menos les habré pasado la noticia de sus existencia a los recién iniciados en estos menesteres.
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