Crónicas urbanas

Estaba yo, valiente y gallardo efebo, abordando un chingado transporte urbano hidrocálido (que son el equivalente al punto medio entre un microbús y un RTP chilango), cuando reparé que solo quedaba un asiento totalmente libre, justo detrás de una parejita de esas empalagosas que a mi parecer se merecen un buen baño en Napalm. Pagué y decidí sentarme justo en ese lugar.

No supe si reir o llorar, sepan ustedes por qué:

La parejita empalagosa, conformada por una prieta decolorada con sobrepeso y un vil cholo de clóset, ambos con la piel color de llanta y pelo de india, iban haciéndose arrumacos mientras el fulano escuchaba música. "Cumbia", pensé yo al ver los audífonos que traía puestos el tipo ese. Entonces el pendejo aquel habló y le ladró a su pareja:

-Mi ammmorr, te dedico esta canción con toooda mi alma.

Entonces le subió al volumen y me sorprendí al darme cuenta de que era Nirvana lo que sonaba en ese discman.

-¡OOOOoooh, mi amorrrr, que romántico eeres!

Hice un esfuerzo sobrehumano por distinguirla y oh oh, alcancé a distinguir los primeros versos: "Rape me, rape me, my friend..." Y la tipa emocionadísima.

- Amo esa canción, ojalá supiera que dice.

Se levantaron y pude ver que ella era una vil poser que portaba una playera negra que decía "Nirvana" en letras rosas... Odio este mundo.